sábado, 8 de agosto de 2015

Iguala

Carmelo, artesano lapidario desde

hace más de 25 años, en la ciudad

 

Mario Raúl Hernández

FOTO 1... ARTESANOS....

Carmelo, junto con su esposa Teresa, se han dedicado a esculpir en piedra de jaboncillo, alabastro, pizarra, jade, granito verde y cuarzo. (Foto: Mario Raúl Hernández). FOTO 2... ARTESANOS....

Carmelo, dice, que tan solo en este lugar  solo tiene de muestra unas 500 figuras, pero cuenta con más de mil. (Foto: Mario Raúl Hernández).

 

Carmelo Alvarado es un artesano de figuras de piedra. Durante más de 25 años ha ido perfeccionando el corte y el acabado de las figuras, que con mucha maestría ejecuta con diversos discos en su pequeño taller, ubicado en su domicilio, para venderlas luego en las calles céntricas de la ciudad.

Dice que en este oficio artesanal a veces se gana bien, “otras veces no sale ni para el  transporte”.

Carmelo, junto con su esposa Teresa Abarca Martínez, de unos 54 años de edad, ambos, se han dedicado a esculpir en piedra de jaboncillo, alabastro, pizarra, jade, granito verde y cuarzo entre otros.

Y hacen figuras de las culturas maya, olmeca, zapoteca, teotihuacana, azteca y mezcala. Realizan cualquier figura de todas las culturas, explican.

Somos escultores lapidarios desde hace más de 25 años, en Iguala, expresa Carmelo, quien platica con Diario 21, en tanto su esposa Teresa atiende a la clientela en el local artesanal que será inaugurado mañana en el parque del Monumento a la Bandera.

Menciona que entraron a este oficio por medio de sus padres, quienes se dedicaban también a esculpir piedras. “De ellos aprendimos hacer figuras desde jóvenes y los ayudábamos a vender en las muestras artesanales”.

“Más tarde nos independizamos y yo empecé a trabajar las figuras en diversas piedras, y poco a poco fui agarrando más práctica en el manejo de los diversos discos que se usan para los cortes”.

Carmelo, apunta, que en su taller trabaja con un motor de un caballo de fuerza y haciendo cortes con discos de ocho pulgadas; en otras ocasiones con discos de diamante para piedras que son más duras como jade, granito verde, oxidiana  o serpentina.

De las figuras que más trabajo le dan, es decir, las más laboriosas, se encuentra “el palenque maya”, porque tiene diferentes rasgos.

El artesano señala que la pieza más valiosa es “el palenque maya”, de piedra de alabastro, de unos 70 centímetros de altura y tiene un valor de unos 3 mil pesos, “pero son alrededor de 5 días de trabajo”.

Cuenta que un arquitecto le pidió le esculpiera una figura, por cierto la más difícil, pensando que no la iba poder realizar, y con la piedra de alabastro. La sorpresa de él fue que en casi 15 días estaba listo su trabajo: “el palenque maya” de casi un metro.

“Yo puedo hacerte la figura que la piedra se preste, si es de un metro o metro y medio. Hago la figura de la Virgen de Guadalupe en piedra de alabastro”.

Por su parte doña Teresa, quien también funge como ayudante de Carmelo en su taller, menciona que ella aparte hacer pulseras y collares  de cuarzo, curiosidades de cuarzo, anillos de jade y piedra natural, fruteros de piedra…

Carmelo, dice, que tan solo en este lugar donde se realiza la exposición, solo tiene de muestra una 500 figuras, pero cuenta con más de mil, ya que aquí es temporal y no puedo traer todo”.

Esa es la pesadilla que vivimos los artesanos, señala, desde hace más de dos años, en que las autoridades nos traen de allá para acá por lo que nuestras ventas han caído.

“No tenemos un lugar fijo, manifiesta, y Reglamentos nos ubica en lugares que el turismo no visita, cuando estos son nuestra fuente de ventas”.

Pese a todo Carmelo, con cinco hijos, señala que de aquí ha salido para darle educación, vestimenta y alimentación a su familia, aunque ha habido momentos muy difíciles.

Carmelo Alvarado considera que los artesanos deben de estar instalados en lugares a donde los visitantes acuden, porque son los que compran algún recuerdo para llevárselos a su lugar de origen.

Y es lo que más se vende, las cosas pequeñas: dijes, pulsera, collares… a 30 y 50 pesos, pero aún así el cliente te regatea, dice doña Teresa, quien se apura a acomodar el resto de la mercancía para exponerlas.

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